Dos escenarios convergentes —el camino de Galta, en la India, y un jardín de Cambridge— son el punto de partida de una indagación en torno al sentido del lenguaje y sus relaciones con la realidad fenoménica, en torno al juego de secretas correspondencias entre idea y verbo, palabra y percepción, erotismo y conocimiento.
Los mitos cosmogónicos orientales y los arquetipos revelados en el arte romántico —Delacroix— o en el arte de los dementes —Richard Dadd— convergen ocultamente; el budismo tántrico, en cuanto experiencia mística de lo absoluto, se revela afín a la revelación poética. El fulgurante genio expresivo de Paz hace de El Mono Gramático una constelación de signos e imágenes, de presencias fonéticas y semánticas, que estalla con silencioso resplandor en el campo de batalla de la página en blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario