La raza futura nos describe la existencia de una estirpe subterránea, de una raza que habita las profundidades de la tierra, quienes se deciden a reclamar su soberanía sobre la superficie del planeta.
Este tópico -la raza secreta, oculta bajo tierra- es bastante común en la literatura del siglo XIX. Julio Verne y varios otros se apoyaron en ella, acaso estimulados por las teorías que afirmaban que el centro de la tierra era hueco, y que la vida bien podía desarrollarse a esas demenciales profundidades. No obstante estas similitudes, La raza futura se destaca por algunas curiosidades teosóficas.
Muchos lectores tardíos aseguraban que la novela de Edward Bulwer-Lytton estaba basada en hechos reales, y que la misteriosa sustancia que se menciona en el libro -el Vril- existía realmente en poder de una sociedad secreta, a la que oportunamente denominaron Vril Society.
Más allá de los delirios y la credulidad de lectores y críticos; La raza futura es una excelente novela fantástica, que no necesita de empiristas para demostrar todo el poder de la imaginación al servicio de la narrativa.
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